Es este un proyecto en el que convergen pasado y presente, prefigurando y abriendo nuevos caminos hacia el futuro, Juan Antonio Suárez “Canito”, lleva al escenario la tradicional “fiesta gitana” tal como se da en la intimidad familiar. Usándola a modo de base para desarrollar su particular y actual forma de sentir el flamenco. Teniendo como hilo conductor la bulería, va intercalando diversos palos a los que acompaña con asombrosos y novedosos arreglos para guitarra, aportando la riqueza del conocimiento y el sentir de un compositor flamenco del siglo XXI. Detrás y envolviendo todo el espectáculo, se encuentra el especial concepto que aporta Canito, el cual establece un paralelismo entre su planteamiento musical y el mundo cuántico en diversos sentidos: por un lado la conciencia de la infinidad de caminos que se abren a cada paso y la posibilidad de no tomar solamente uno; por otro, la fluctuación de un estado a otro, que se muestra en el intercambio de roles que experimentan cante, baile y toque. Así por momentos, podemos ver al baile vincularse a la guitarra como si esta fuera el cante, o ver al cante dejar su papel principal para sumarse al conjunto como un instrumento más. Y apuntalando todo el edificio a modo de “clave de bóveda”, un hecho que Canito no olvida e incluso reivindica: ¡jugar!, el juego como espacio para la libertad. En este caso un juego rítmico, donde todo puede desplazarse a merced de la intuición. Un juego que nos devuelve cierta inocencia y que revela la esencia de lo que somos más allá de nuestra apariencia.
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Se dirá que es fusión, flamenco-jazz, o cualquier otra etiqueta, y es posible que todas le quepan, pero el «Canito + Trío Arjé» toca composiciones de este último que son cien por cien palos flamencos, porque el flamenco y la guitarra son el lenguaje de cuna de Canito y lo lleva en la sangre.
Otra cosa es la peculiaridad que esta formación entraña: ante todo es la reunión de cuatro amigos por el puro placer y necesidad de tocar juntos y así dialogar. Esto ya le da el valor de lo auténtico. Por otro lado, el idioma en el que los tres dialogan es el idioma flamenco de Juan Antonio Suarez Canito que, acompañado por la batería de Andrés González desde su acento jazzero, pero respetando con mimo y elegancia los patrones rítmicos flamencos, el bajo de Jesús Arispont aportando su extensa experiencia y maestría, y la guitarra eléctrica de Víctor Gaitán, que encuentra huecos en esos patrones para hacer sus solos con su propio acento, dan como resultado, más que una fusión musical, un sonido y un aire totalmente nuevo a lo que sigue siendo el flamenco más tradicional: bulerías, soleares, tangos, malagueñas…
Los músicos se fusionan, sí, pero la música que hacen es, simplemente, un nuevo paradigma de concierto de guitarra flamenca, acorde con los tiempos.
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Juan Antonio Suarez “Canito” (Barcelona, 1971) nace en el seno de una familia gitana de origen extremeño, de larga tradición musical y refinada cultura. La guitarra forma parte de su cuerpo desde que tiene uso de razón, prácticamente nació con ella en las manos, lo que hace de Canito un músico capaz de expresarse con su instrumento con la soltura y la facilidad con que un consumado orador lo hace a través de la palabra, y le ha llevado a formar parte de esa amplia élite de músicos flamencos de vanguardia que hacen de España una potencia mundial de la guitarra. La propuesta que hoy nos ofrece bajo el título de “Resonemos con la música”, toma la forma de una invitación directa y cómplice al público. El verbo resonar implica empatía, participación y disposición. Canito nos invita a compartir la misma vibración. A resonar juntos con la música compuesta por él, a dejarnos seducir por sus melodías, sus ritmos y sus armonías que nos cuentan mil y una historias. Y lo hace de la manera más franca y directa posible: sólo con su guitarra limpia y desnuda. Sin aditivos. Por prescindir, hasta prescinde de la eterna silla. Únicamente están su guitarra, sus manos, su cuerpo y el público. Canito se planta de pie sobre el escenario, sin coreografías, dejándose llevar de manera orgánica por la música que sale de su guitarra, de sus manos, y nos habla en un lenguaje tan personal como universal, tan individual como colectivo, tan sutil y etéreo como rotundo y directo. Nos habla con su guitarra, pero desde el corazón y la verdad: el corazón del gitano universal y la verdad del ser humano transparente y desnudo.
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